Gestión de comedor para Centros de Ocio

Suelen organizarse excursiones en numerosos centros educativos. Se trata de pequeños viajes de un día en los que, entre otras muchas cosas, se comparten comidas, especialmente las del mediodía y la merienda. Bocadillos y fiambreras con platos preparados en casa tendrán que aguantar no sólo el viaje y un tiempo prolongado hasta que se consuman, sino que además deberán hacer frente al calor característico de esta época.

Sin embargo, a menudo olvidamos que, además, la comida que preparamos no se consumirá hasta al menos cuatro horas después de su elaboración y a una temperatura exterior elevada que propiciará el desarrollo y crecimiento de la posible carga bacteriana, lo que puede elevar el riesgo hasta crear un potencial foco de toxiinfección alimentaria. Por todo ello deberemos tomar precauciones a la hora de planificar y preparar la comida de la excursión. Se trata de reducir al mínimo este riesgo alimentario.

Nuestra guía de alimentación en un día de excursión

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Una de las claves a la hora de planificar las comidas de la excursión será la elección de los alimentos. Evidentemente hay unos alimentos de elevado riesgo sanitario que deberemos excluir, especialmente todos los elaborados con huevos frescos. Para evitar una posible contaminación habremos de extremar las medidas de higiene en su elaboración, limpieza de superficies, utensilios, recipientes y manos. De no ser así, y junto con las elevadas temperaturas ambientales y el tiempo de espera excesivo, la comida se puede convertir en un foco de toxiinfección alimentaria.

Las opciones de elección de alimentos no son muy numerosas, si debemos atender a la idea de que deben ser apetecibles, completos desde el punto de vista nutritivo, fáciles de comer y sanitariamente seguros en el momento de consumir. Normalmente se realizarán dos comidas, a las que podemos añadir algún aperitivo tipo snacks para tomar durante el viaje.

La dieta mediterránea se considerada una de las más saludables que existe dentro de la alimentación convencional. Sus platillos habituales aportan una serie de beneficios para la salud a largo plazo y es una gran opción para prevenir diferentes males.

Para la comida principal, los bocadillos son una opción muy buena porque, además de cumplir con las necesidades del niño, no se necesitan cubiertos. El problema es elegir el relleno. Si optamos por la tortilla de patatas lo mejor es la comercial precocinada, elaborada con huevo higienizado y mucho más segura. Las pechugas de pollo empanadas o tortillas francesas no son nada recomendables, porque aunque estén bien cuajadas pasarán horas templadas (temperaturas de alto riesgo) hasta su consumo. Lo más recomendable es un filete de carne, salchichas o embutido de consumo frío.

Con el fin de evitar que el bocadillo quede seco podemos adjuntar unas bolsitas individuales de salsa de tomate para añadir en el momento de consumo. Respecto al pan, si no contamos con una panadería que abra muy temprano y que nos quede cerca, lo ideal son los panes precocidos (refrigerados o congelados) con los que, si se siguen las instrucciones de fábrica, obtendremos un sabroso pan recién horneado. Pero deberemos tomar la precaución de dejarlo enfriar antes de introducir el relleno. Una interesante opción, dependiendo del tipo de bocadillo y edad del niño, es colocar por separado el pan del relleno (mantenido en frío) para que esté más crujiente y montar el bocadillo en el último momento.

Una buena idea consiste en usar un termo (caliente) con pasta cocida con tomate y salchichas ya troceadas, o un termo (frío) con gazpacho, mucho mejor si es un preparado comercial, y unos hielos. En los postres deben evitarse los lácteos de refrigeración (yogures, natillas o queso fresco) y optar por quesos curados (sin corteza y troceados), lácteos sin refrigeración (batidos o yogures pasteurizados) y, por supuesto, fruta, que deberá lavarse primero. Evitaremos también las tabletas y barritas de chocolate porque si no van refrigeradas se derretirán.

La merienda resultará mucho mas fácil de preparar que la comida principal. Puede constar de un bocadillo de fiambre o embutido, un lácteo no refrigerado y una o dos piezas de fruta (manzana, plátano, naranja o mandarina). Y no olvidemos la bebida, agua en botellas pequeñas de fácil manejo que quitará mejor la sed que los refrescos, aunque también puede añadirse alguno. La bebida se introducirá ya fría en una bolsa isoterma.

¿Por qué es importante conservar bien los alimentos?

Los envases constituyen una de las herramientas fundamentales a la hora de la conservación de la comida que vayamos a llevarnos. Lo ideal es utilizar recipientes isotermos de cierre hermético o de plástico tipo tarteras, papel de aluminio o film transparente introducidos en una bolsa isoterma con cremallera. En vez de un acumulador de frío, podemos usar una pequeña botella de agua congelada previamente en el congelador, que servirá para enfriar y proporcionar agua fría al final de la excursión.

Una de las mejores opciones son las clásicas fiambreras con platos (las más modernas son isotermas) en las que podremos introducir los alimentos calientes como carne, salchichas o tortilla comercial. Hay que tener en cuenta que es más fácil mantener los alimentos fríos que calientes porque estos entran normalmente antes a temperaturas templadas de riesgo. Deberemos tener en cuenta, además, que es preferible separar de alguna manera dentro de la bolsa isoterma las diferentes comidas con sus cubiertos de plástico para cada plato y sus servilletas. De este modo facilitaremos mucho la labor al niño.

A la hora de preparar la comida lo haremos de manera que los pequeños no tengan que pelar, trocear o manipular los alimentos. Por ejemplo, el pan lo introduciremos partido y abierto para montar el bocadillo en el caso de que no lo hayamos hecho nosotros. Por último, no está de más dar a los niños unas pequeñas instrucciones explicándoles la colocación de cada alimento, su momento de consumo y la importancia de volver a cerrar bien la bolsa isoterma. También es recomendable recordarles que deben lavarse las manos antes de comer y, después, recoger los cubiertos usados y los restos de envases y de la comida (mejor depositarlos en un contenedor que guardarlos, excepto los recipientes reutilizables).

Por eso con jupes evitamos riesgos alimenticios y peso innecesarios en las maletas de los niños.

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